La manzana jesuítica de la ciudad de Córdoba forma parte de la Declaratoria 995 de Unesco desde el año 2000, junto a las Estancias de Caroya, Santa Catalina, Jesús María y La Candelaria. Dicha manzana alberga edificios religiosos y seculares que evidencian una experiencia religiosa, social y económica única, que que perduró entre los siglos XVII y XVIII. La iglesia, la residencia de los padres jesuitas con su capilla Doméstica y el colegio Montserrat, son parte éstos edificios.
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A solicitud de la localidad de Villa Tulumba, y ante su reciente reconocimiento a la ciudad, se realizó el relevamiento y registro digital de las ruinas de la Capilla Histórica de Nuestra Señora del Rosario, con su entorno inmediato.
El 19 de agosto de 1897 Roberto Bahlcke, un exoficial del ejército alemán radicado en la ciudad de Córdoba alrededor de 1890, adquirió la Estancia La Falda de La Higuera, de 900 hectáreas, en lo que por entonces era Huerta Grande, y se asoció con Juan Kurth —cónsul de Suiza y fundador de la Bolsa de Comercio de Córdoba— y la empresaria alemana María Herbert de Kreautner para, con créditos concedidos por Ernesto Tornquist —dueño de la Refinería Argentina de Azúcar, en Rosario— levantar un hotel al pie del cerro El Cuadrado.
Tiempo de las primeras cosechas del calendario agrícola. Tiempo de renovación, abundancia y prosperidad. Momento de ofrendar y honrar a la Pachamama. Época de reciprocidad a través de símbolos que son parte del carnaval: el Pujllay (el diablito, personaje de la alegría); el mojón (pirca de piedras sagradas), boca de la Pacha, embebida en alcohol y sahumada; serpentinas, banderas, talco, papel picado y albahaca; y, por último, música y baile.